jueves, 1 de julio de 2010

El profesor payaso... el profesor rebelde


Hace unos días tuve una pequeña guerra en las aulas secundarias de la conocidísima institución educativa "Trilce", por efectos de un problema estrictamente pedagógico. Un grupo de adolescentes (trece o catorce años, no más) me reclamaron enfebrecidamente por mis soporíferas clases de literatura durante mis horas de dictado. "Que no hace dinámica"; "Que sus clases dan sueño"; "Que mejor estaba el profesor anterior que era bien chévere, pues hacía chistes, bromas, payasadas..."; etc., y que "usted habla y nadie le entiende y a nadie le interesa".

El motivo de esta Ilave distrital limeña radica en un meollo clave: El PLAN LECTOR. Con ocasión de este método instaurado por el Ministerio de Educación, para alejarnos lo más posible del estigma de quedar últimos en las evaluaciones PISA respecto a la capacidad lectora de los peruanos, los colegios particulares Trilce, acuerdan como parte de su metodología de Plan Lector dedicarle, bimestralmente, una lectura de dos textos novelísticos de autores conocidos y reconocidos que bien puedan sentirse identificados con la edad y motivaciones de los estudiantes del tercero de secundaria. ¿Mi participación allí? Un completo desastre y un buen porcentaje de reprobados. Un buen sector se queja de que no le gusta lo que lee; otro sector se queja de que no leyó el libro, y otro sector ni siquiera compró el libro (parece que las lecturas de Julio Verne ya están, por lo menos para ellos, pasados de moda). Curiosamente, los que se quejaron de mi "metodología" (debo afirmar que no poseo ninguna metodología conciente educativa) son los que se sacaron de 06 para abajo; reincidiendo además ya en notas desaprobatorias en el tema del Plan Lector.

Solo les hice una pregunta clave: ¿Si tanto admiraron al profesor anterior con sus clases, por qué ahora tienen notas tan pobres en comprensión lectora y redacción?

Insistieron con lo mismo, lo cual me hizo pensar en lo que está sucediendo ahora con el tema de aquellos profesorzuelos (en este caso de literatura); con aquellos bribones y bandoleros que ensucian la dignidad de la docencia peruana; con aquellos eternos traficantes ambulantes de pizarra y tiza que ni siquiera han terminado su carrera de literatura o, peor, ni siquiera son de literatura y enseñan literatura. Por supuesto, no me refiero a algunos profesores de literatura de pre universitarios que, por cuestiones de azar, enseñan allí y que son bastante competentes. NO. Me refiero a aquella abundancia deforme de vendedores de cebo de culebra que se hacen pasar por profesores de literatura y que al final, terminan volviéndose en poco menos que cómicos ambulantes.

ACTUALIZACIÓN: El sujeto se llama Jorge Mendoza y, si bien en estos videos sus clases las da en PAMER, dicta también en Trilce. Disfruten.







¿Cuál es la guerra aquí? Ojo que no cuestiono a estas instituciones; y menos a TRILCE, total, es su sistema, y es con él con el cual pago muchas cosas que ahora llegan sus recibos mensualmente. Y al fin de cuentas, TRILCE tiene una virtud particular: su insistencia obsesiva en el PLAN LECTOR, que obviamente, no tiene como respuesta favorable la actitud de sus alumnos, y más bien sí, su rechazo. Es una guerra de silencios que seguro ya habrá cobrado varias víctimas. Ahora bien, el lado negro: los eternos y absurdos privilegios que se les dan a los alumnos y sus famosas "encuestas"; y donde ellos, muchas veces de manera errónea, optan por preferir a los profesores que más les hacen reír, olvidando que muchas veces un profesor, por formación pedagógica, académica, y hasta humanística, es tal vez un intelectual que lo único que va a impartirles es conocimiento y capacidad de reflexión. Yo soy nadie en el tema de la literatura, y más todavía, no creo ser mejor que nadie, pero por ética jamás podría hacer bufonadas y hacedor palabrejo de historias cuando lo principal, lo que define al curso de literatura, y especialmente la cualidad de una carrera humanística, es la reflexión cuando se opina sobre determinado texto o acontecimiento.

"Profesor, sus clases son aburridas. ¿Por qué no hace como el profesor anterior, quien se ponía como actor y teatralizaba las obras literarias, y nos mandaba a ver películas?". Es curioso, pero todavía me resisto a entregar fácilmente mi carrera en manos de bufones. En manos de bandoleros quienes creen que literatura es contar historias, cuando LITERATURA es una carrera humanística tan importante como la filosofía o el arte; y más todavía que carreras sociales como la historia o la antropología. Me rebelo; y creo que este asalto al cielo me va a costar un nuevo desempleo. Espero estar, de alguna forma, preparado para cuando me digan "Adiós".

Cuando la niña me dijo que el anterior profesor era "chévere", pensé que se había sacado "06" de nota cuando le pidieron que leyera, y que a muchos no les gusta leer, y menos a esa edad. A veces creo que tal vez no aguante mucho en Trilce y terminen expectorándome, porque simplemente me resisto a la idea de que el profesor de LITERATURA deba ser una suerte de bufón que debe "encandilar" a sus alumnos contándoles historias hermosas de gente hermosa para alumnos hermosos. Me pregunto: ¿Y cuándo van a leer? "El profesor anterior ese sí era 'chévere'", dijo la niña, mientras seguía recortando figuritas en su cuaderno, mientras yo me mataba explicando los tres reinos de Dante camino hacia ultratumba.