
A los meses venideros, hace pocos días nomás, en un lujoso local de Miraflores, me tocó ahora a mí hacerla de presentador. Con motivo de El dilema, novela de Luz Grau (bisnieta del "Caballero de los Mares"), se me invitó a presentar un libro cuya historia se basa, según la autora, en la representación de un mundo despreocupado por su futuro. Sin embargo, cuando lo leí (y de eso me encargué de dejarlo en claro cuando escribí la contraportada del libro; que, dicho sea de paso, a mucha gente le pareció lo único interesante del libro), me pareció más bien la historia de una mujer aburrida de su vida y que anhelaba algún espacio dónde sustentar sus fantasías y deseos; y qué mejor motivo para esto que recrear la existencia de un amenazador futuro apocalíptico donde ella tenía el deber, cual Arca de Noé, de salvar a su familia y a los pocos insensatos que quisieran acompañarla, del derrumbe ecológico del planeta. "¡Bah!", pensé, pero no lo dije; pero sí dije que era también el tema de una mujer ahogada en un matrimonio aburrido, hastiada de una familia que a veces no la entiende, y que tal vez por eso -solo por eso- buscó el pretexto perfecto e idealizar un universo lejano, paradisíaco, donde encontrar cobijo y salvar a su familia no del fin del mundo, sino de un lugar donde logre por fin ser feliz ella con su familia. Hable un poco de esto, un poco de aquello, sobre Isabel Allende, sobre el problema de la mujer en un mundo tan machista, etc.; y al final, el brindis de honor.
Sonrisas del respetable, fotos con la autora, conversaciones casuales con el público presente, y regresé a casa, dormí la noche sin mayor problema, y luego, al día siguiente, apenas iniciada las primeras horas del día (debo advertir que mi madre es enfermera particular de la escritora referida y por eso el contacto) mi madre llamaría por teléfono, y me diría a boca de jarro: "¿Acaso no te has dado cuenta de la sarta de estupideces que has dicho ayer?". Sin mucho mutis, me dijo lo mismo que mis amigos durante la presentación de mi libro. Que había sido agresivo, que había hecho quedar mal a la autora, que nada de lo que dije se ajustaba a lo que la autora había querido decir en su libro, etc. Resulta que doña Luz Grau se había quejado ante mi madre de mi alocución, porque, según ella, jamás había escrito una novela "oscura", y que su visión del mundo era más bien "optimista", y que siempre había amado a su esposo, y que jamás tuvo una familia disfuncional, etc. "'Acaso no te has dado cuenta de la sarta de estupideces", y me colgó el teléfono.
Que mi madre diga también que hablo estupideces ya es bastante grave entonces ¿O acaso no sería lo mejor? Lo peor, en todo caso, es que me hubiera llamado para decirme lo bien que hablé y etc. En fin, de lo único que me he enterado es que estoy siendo muy agresivo últimamente. Necesito urgente el diván.