sábado, 21 de febrero de 2009

Ese San Valentín persecutor


Curioso. Escuchar a Diego Vasallo ayer por la noche, me hizo recordar un asunto que tengo pendiente desde años (32 exactamente) y que así, de buenas a primeras, me diera cuenta en uno de esos días en que me senté a ver una película en la soledad de mi sofá casi sin resortes: el famosísimo Día de San Valentín. Bueno, el asunto no podría ser muy crítico. En Camerún, por ejemplo, se acaban de tirar abajo su último cinematógrafo; es decir, películas en casa, DVD en casa, maíz saltarín en casa, gaseosa en casa, sexo en casa, y ya, pobres africanos. Aunque luego de recordar Baño de Damas, Un Marciano Llamado Deseo y La Gran Sangre (visto esta última con alguna ex enamorada, mezcla tercermundista de Frida Kahlo, Simone de Beauvoir y Linda Lovelace), pues a veces dan ganas de tirarse abajo esos cines por tamaña impudicia. Igual, no padezco enfermedad mortal, ni he perdido un brazo o una pierna (y no lo quiera Dios), y hasta ahora a nadie de mi círculo más íntimo y querido le han crecido alas. Podría ser entonces peor, mucho peor, si todos esos pathos aparecieran, juntos o uno a uno, pues eso sí arruinaría mi vida (más que un simple día sin nadie a quien abrazar ni bebés calzonudos que arrojan flechas como apache), terminando mis días de soltero en alguna crónica roja de esos periódicos de 50 céntimos que sirven finalmente para envolver pescado (gracias Toño Cisneros). Es por eso que en este año decidí mostrar la cara y atravesar mi propio fantasma, como dice Lacan, con la esperanza de saber qué rayos pasa por mi cabeza, o en la cabeza de ellas. Vano intento que duró apenas unas semanas, pues en la última ad portas del San Valentín, me dio pánico, y urdí rápidamente un plan de contingencia, de esos que hay que jalar cuando la primera cuerda del paracaídas falla. Entonces, me prometí ese día leer otro manual. Entonces bebí café, tomé dos alprazolam, dos bromazepam, un pomo de cerveza, un paquete de 2 soles de Lucky Strike, y ya, había organizado las provisiones suficientes como para resistir esas maratónicas 24 horas que duraría ese 14 de febrero y acondicionar mi cerebro viendo Luna de hiel, de Polanski. Pero debo confesar que no me sentí del todo cómodo; es decir, sí estaba cómodo viendo a Hugh Grant (prometo hablar de ese actor en algún momento) y a la Scott Thomas siendo seducidos por un inválido y por una, ejem, ¿loca?; encendiendo el cigarrillo como lo haría un galán del cine clásico norteamericano frente a la tele, y hundiéndome en el sofá ante cada segundo de proyección. No hubo llamadas al celular; menos al teléfono fijo. Y así, pensaba, que dentro de poco sería domingo y ¡juaz!, se iría ese sábado negro y los meses venideros vendrían con sus fiestas colectivas. No quisiera que se me malinterprete: no es que sea un loser irremediable, sino es que, para mi mala suerte, esa fecha de febrero, como se habrán dado cuenta, suelo pasarla asquerosamente sin nadie. A veces he creído que entre mis ex-girlfriends complotan para hacerme más miserable ese día, pues suelen terminar la relación (previa infidelidad de ellas, por supuesto) mucho antes del 14 de febrero. Y en el peor de los casos, cuando algunas duraron imprevisiblemente hasta abril o marzo, prefirieron ausentarse justo ese día con pretextos realmente deplorables: "Cumpleaños de mi hermana"; "No creo en esas tonterías"; "Para mí, todos los días son San Valentín". O en el peor de los casos, el premio consuelo era una breve y casi susurrante llamada de medianoche ("hola mi amor, ¿cómo estás? Son mis padres, no me dejaban salir hasta esa tarde"). Un buen ejercicio es no creer tanto en lo que dicen ellas; otro, es hacerles creer que les creíste, y un mejor ejercicio es establecer un patrón común en cada uno de sus pretextos, porque si te dejan antes de San Valentín, o no están contigo en San Valentín, no es necesariamente porque todas ellas, en conjunto, sean tremendas fichas rojas. Todo lo contrario. La soledad de ese día me hace recordar que soy un completo inútil en esas lides del cortejo, o peor, y eso sí es más grave, mi talento sexual debe ya reclamar por un manual gratis del Kamasutra.  Y es gracias a esta tragedia griega que ocurre una vez al año, que he ahorrado regalos, tarjetas sentidas de amor, perfumes de catálogo que alguna amiga de mi mamá me ofrece días antes; y entradas de cine para ver películas de finales felices. Con todo, sé que vendrán más 14 de febreros, y que cada uno de esos días pues me esmeraré en ordenar más el sofá y preparar las mismas provisiones; aunque me temo que a cada año venido, a cada relación rota, y a cada regalo ahorrado, pues mi paciencia se irá reduciendo, hasta creer, verdaderamente, que no tendré más opción que secuestrar a mi ocasional pareja, o hacerla durar hasta el 15 de febrero, y luego decirle en su cara lo puta que es. Y que me devuelva el regalo, me devuelva mis palabras de afecto, y las horas perdidas mientras le decía te amo. Cosa sencilla, por cierto, en estos días posmodernos. ¿O será que ya me he vuelto un descreído? En fin, lo único realmente valioso de este comentario es que ya no habrá más cine en Camerún. Me imagino que se convertirán, como sucedió en Lima en algún momento, en templos religiosos brasileños. Tal vez sea hora de ir un rato a esos auditorios teatrales gigantescos y buscar alguna ilusa con baja autoestima. See you soon. 

5 comentarios:

  1. intertesante tu blog..me quede con las ganas de leer mas...
    actualizalo pronto ok?
    saludos

    yoyo!

    ResponderEliminar
  2. Hola!! Llegue a ti por yessenia. NO pude evitar ver tu perfil. Me interesaron los cursos libres que mencionaste sobre el psicoanalisis, y muy aparte tus estudios en literatura. Eres parte de la vida que yo deseo. Es decir, estudio literatura, y ansío por tener estudio en psicología..en fin,sólo cosas mías.

    ResponderEliminar
  3. PAPI, ERES FENOMENAL. NO SE COMO EL MUNDO HA PODIDO VIVIR SIN TI. QUIERO SER COMO TU. YEHHHHH

    ResponderEliminar
  4. Hey,amigo,ya entre a tu blogspot. Mmmmmm. Me reservo el derecho de opinion.

    ResponderEliminar
  5. Ese Jorge es un idiota. Dice que se reserva el derecho de opinión y, sin embargo, está implicitamente opinando. lUIS

    ResponderEliminar